"El mundo tenía dientes y podía morderte en cualquier momento. Trisha McFarland lo descubrió cuando tenía nueve años. A las diez de una mañana de principios de junio estaba sentada en el asiento trasero del Dodge Caravan de su madre, vestida con su sudadera azul de entrenamiento de los Red Sox (la que llevaba 36 GORDON estampado en la espalda), y jugaba con Mona, su muñeca. A las diez y media se había perdido en el bosque"
Segundo round con el maestro del suspenso, aunque me parece que le entré por su lado más extraño (que vendría a ser el más ordinario, en un juego de palabras que me salió involuntariamente). Hace unos días con la Historia de Lisey, descubro su veta más personal y elaborada, en donde el terror y la fantasía aparecen sólo como excusas para contar una historia más grande. Y ahora con esta pequeña, sencilla, y cortísima historia, donde lo sobrenatural es casi inexistente.
No es gran cosa, pero se destaca por lo que parecer ser una de las virtudes del novelista: los personajes son queribles, creíbles, y es inevitable interesarse por su porvenir. Es un simple y ágil entretenimiento. Principalmente ágil, lo leí en dos días y sólo mientras viajaba en el colectivo (aclaro que viajo más de dos horas por día)
Básicamente, como dice la cita del comienzo del mini libro (entre paréntesis, un buen ejemplo de como atrapar al lector en un único párrafo), es la historia de una nena de nueve años que se pierde en el bosque, y pasa varios días en él. Supervivencia, algo de miedos y alucionaciones infantiles, y muchas metáforas sobre el Baseball.
Básicamente, como dice la cita del comienzo del mini libro (entre paréntesis, un buen ejemplo de como atrapar al lector en un único párrafo), es la historia de una nena de nueve años que se pierde en el bosque, y pasa varios días en él. Supervivencia, algo de miedos y alucionaciones infantiles, y muchas metáforas sobre el Baseball.
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