Muy a mi pesar, por mi trabajo, soy testigo involuntario de las etapas terminales de muchas familias clásicas, que no tienen mejor idea que utilizar como ring uno de los lugares menos indicados: El Juzgado. Compiten, mienten, atacan, se defienden, olvidando selectivamente errores propios y exagerando fallas ajenas.
Ahora bien, aunque herida de muerte, la familia nuclear se cierne sobre la mayoría de los individuos como un ideal pesado, de improbable éxito pero anhelado fervorosamente. Se fuerzan vínculos, se presionan consensos que no existen, y se pasa esa mochila de plomo a la siguiente generación, que accede a cargarlo, pero quizás más conciente de su azaroso potencial.
En definitiva, cualquier modelo de vida prefabricado y generalizado, está condenado al fracaso, teniendo en cuenta que en verdad: "No hay normas. Todos los hombres son excepciones a una regla que no existe." Fernando Pessoa